¿Te permites vivir el duelo que genera una pérdida?. ¿Cómo gestionas el vacío que te produce?. ¿Qué sientes ante ello?.
La palabra duelo conlleva dolor. ¿Qué sentido tiene sentirlo?. ¿A quién le gusta pasar por él?. ¿Por qué se instala en el vacío que dejó la pérdida?.
Cualquier tipo de pérdida ya sea de un ser querido, una mascota, una relación, un trabajo, algo que para ti es importante requiere pasar por un período de duelo.
Primero cuesta creer que ya no está, lo que lleva a un estado de confusión. Segundo, pueden surgir sentimientos de ira y enojo a los que le siguen el dolor y la culpa. Para después, en el proceso de reconocer el hecho, entrar en un estado de tristeza que conduce hacia la aceptación del hecho. Y posteriormente, restablecer de nuevo el equilibrio.
Gestionar la vivencia de un duelo de forma consciente, con naturalidad, permitiendo pasar por las etapas que cada uno necesite en el proceso, desde el amor y el respeto por uno mismo y los demás, ayuda a integrarlo como un ciclo más de la vida.
Entre uno y dos año, es el período de tiempo saludable establecido para superarlo. Sin embargo, dependiendo de la dependencia y el apego hacia lo perdido, hará que se alargue e incluso que no encuentre fin, generando sufrimiento continuo. En este caso, lo ideal es pasado el tiempo prudencial, centrarse en desapegarse y soltar, dejando ir definitivamente a ese ser querido, o a lo perdido.
Un duelo está bien cerrado cuando la emoción de tristeza o añoranza no afloran al hablar sobre la persona que no está o el hecho de la pérdida.
Absolutamente todos pasamos por esta experiencia a lo largo de nuestra vida. Afrontarlo como algo natural experimentando el dolor de la pérdida es una actitud saludable. Aunque sea muy doloroso con paciencia, siguiendo una rutina, hablando con otras personas, realizando actividades físicas y/o creativas, y sobre todo perdonándose, la intensidad del dolor va disminuyendo y termina por disolverse hasta desaparecer.
Al finalizar todo el proceso, queda el recuerdo y la gratitud por todo lo aprendido y vivido antes, durante y después de la pérdida.
Recuerda, la pérdida forma parte de la vida. La vida es cambio constante y al igual que las estaciones del año se suceden las unas a la otras, las pérdidas son ciclos de transformación en tu evolución.
¿Y cuándo el duelo es ajeno?. ¿Cómo actúas?. En realidad es sencillo acompañar a otra persona en su proceso, siempre y cuando no nos dejemos llevar por la arraigada costumbre de no querer sentir el dolor del otro restándole importancia.
Abrirnos a escucharle como se siente, permitiéndole llorar sin que nos incomode y mostrándole comprensión para hacerle sentir arropado y acompañado es suficiente. En esos momentos, más que las palabras, lo importante son los gestos: una mirada compasiva, un abrazo, escuchar con atención… Y sobre todo tu presencia al cien por ciento. Es su proceso, permítele que lo viva a su manera. Solo hazle saber que estás ahí si te necesita en algún momento. Respeta sus tiempos, sus sentimientos, su forma de procesar todo lo que le está ocurriendo. Aprended juntos las lecciones que nos ofrece la vida para seguir creciendo.
El duelo es un proceso psicológico necesario para gestionar las pérdidas.
PRACTICA
- Para tu duelo
Piensa en alguna pérdida que hayas tenido recientemente. Revisa en qué punto del proceso te encuentras, si todavía no está superada. Y adapta las pautas descritas arriba a ti (ritmo, orden…), para continuar hasta su finalización.
- Para el duelo ajeno
Observa cómo te comportas en estas situaciones, y si te es posible seguir las indicaciones anteriores para estos casos. Si no es así, incorpora de forma consciente cada una de ellas paso a paso hasta que las integres en ti.
Deja una respuesta