¿Conoces tus ritmos?. ¿Te adaptas a ellos?. ¿Los manejas a tu favor?. ¿Sabes modificarlos a voluntad?.
El ritmo es la forma de sucederse y alternar una serie de cosas (movimientos, palpitaciones, acontecimientos, etc.). Hace referencia a la celeridad con que se realiza o se produce una determinada acción.
Piensa en el movimiento del péndulo, primero se mueve hacia un lado para luego dirigirse al lado contrario. A eso se le llama ritmo y está estrechamente relacionado con el principio de polaridad.
En todo se manifiesta una oscilación medida, movimiento de ida y vuelta, un flujo y reflujo, una subida y bajada, manifestándose siempre entre los dos polos de los planos físico, mental y espiritual. Aunque esto no significa que la oscilación rítmica vaya hasta los extremos de cada polo, ya que sucede en raras ocasiones.
Pero la oscilación es siempre hacia un polo primero, y después hacia el otro, comenzando el movimiento siempre en el extremo negativo y nunca al revés.
Los latidos de tu corazón, la sucesión de las estaciones del año, la creación y destrucción de mundos, la elevación y la caída de las naciones, en la historia de la vida de todas las cosas y en los estados mentales del hombre. Absolutamente todo manifiesta este principio.
Siempre hay una acción y una reacción, un avance y un retroceso, una elevación y una caída, manifestándose en todas las cosas y fenómenos del universo.
Tu propia respiración mantiene un ritmo entre la inspiración y la espiración del aire. Que puede verse alterado por diversos factores: según la actividad que realices, estar en reposo, controlarla a voluntad, etc. El ritmo se adaptará en cada momento marcado por la velocidad.
En las manifestaciones del espíritu se ve que siempre hay una emanación (exhalación) seguida de una absorción (aspiración). En este plano el movimiento es muy leve y la oscilación se reduce hasta que desaparece.
Las cosas se materializan para expresar su forma espiritual en la materia para después disolverse (desmaterializarse). Todos los mundos: nacen, crecen y mueren, solo para renacer de nuevo. No hay reposo absoluto o cesación de movimiento.
Cuando duermes tu cuerpo físico, tu mente, tu campo energético y espiritual siguen funcionando. Tu corazón sigue bombeando la sangre a todos los órganos, células y estructuras biológicas de tu cuerpo. Tus sistemas: circulatorio, nervioso, respiratorio, digestivo, óseo y muscular, continúan con sus funciones. Tu mente pasa a estar en otro estado, pero no se detiene. Tu campo energético y espiritual se mantienen unidos a los otros adaptándose a su ritmo, al igual que sucede en estado de vigilia.
Este principio es de aplicación universal. Todo movimiento participa del ritmo.
Todas las cosas de cuerpo o forma (plano físico); oscilan de la acción a la reacción, del nacimiento a la muerte, de la actividad a la inactividad y de nuevo comienza el ciclo. Esto se aplica a cualquier cuestión o fenómeno de las muchas fases de la vida y de la actividad humana.
Siempre existe la oscilación rítmica de un polo a otro. Las mareas de la vida fluyen y refluyen de acuerdo con la ley.
Sus manifestaciones se extienden a las actividades mentales del hombre, y solo él, explica la gran sucesión de sus particularidades, sentimientos y otros cambios radicales que notamos en nosotros mismos.
El principio de ritmo es invariable, y evidente en todos los fenómenos mentales. Hay dos planos de manifestación en lo que a estos concierne.
Los dos planos generales de conciencia son: el inferior (inconsciente) y el superior (consciente). Elevándose al plano superior se escapa a la oscilación del péndulo rítmico, que se manifiesta en el plano inferior. La oscilación del péndulo se produce en el plano inconsciente y la conciencia no puede afectarle. Esta es la ley de la neutralización.
Su realización consiste en elevar el ego sobre las vibraciones del plano inconsciente de la actividad mental, de manera que la oscilación negativa del péndulo no se manifieste en la conciencia y no quede uno afectado por ella.
Es elevarse por encima de una cosa y dejar que pase esta por debajo de uno. Si elevas tu conciencia el impulso de tu inconsciente deja de actuar.
¿Cómo puedes usar la ley de la neutralización?. Polarizándote a ti mismo en el polo requerido, rehusando a participar en la oscilación retrógrada (negativa), o negando su influencia sobre ti, manteniéndote firmemente en tu posición polarizada (positiva), y permitiendo al péndulo mental oscilar hacia atrás en el plano inconsciente.
Todo hombre, que en mayor o menor grado, ha adquirido cierto dominio de si mismo, realiza esto más o menos inconscientemente, impidiendo que sus modalidades o estados mentales negativos le afecten, mediante la aplicación de la ley de la neutralización.
Con tu voluntad puedes llevar esto a un grado muchísimo mayor de eficacia y proficiencia (lograr un progreso aprovechando algo). Llegando a un grado de equilibrio e inflexibilidad mental que imposibilita dejarte llevar por el péndulo mental de tus sentimientos y modalidades. Teniendo dominio de ti mismo, te liberas de la negatividad de tu propio estado de ánimo, sentimientos y emociones.
Este conocimiento te hace comprender cuanto te han afectado en tu vida esas oscilaciones del ritmo. Comprendiendo como opera este principio, obtendrás la clave para dominar esas oscilaciones y te podrás conocer mucho mejor a ti mismo, evitando dejarte llevar por esos flujos y reflujos.
A pesar que el principio mismo nunca puede ser detenido, la voluntad es muy superior a su manifestación consciente. Se puede sustraer a sus efectos, pero el principio obrará. El péndulo siempre oscila, si bien, podemos evitar ser arrastrados por su oscilación.
En su forma de operar, entra la ley de la compensación: «La medida de la oscilación a la derecha es la misma que la de la oscilación a la izquierda, el ritmo es la compensación». Es contrabalancear y equilibrar.
La ley de la compensación es la que hace que la oscilación en una dirección determine otra oscilación en sentido contrario, y así se equilibran mutuamente.
La misma ley se manifiesta en todos los fenómenos del ritmo. Incluidos los estados mentales. El hombre goza y sufre en igual grado. La regla es que la capacidad para el placer y el dolor en cada individuo esté equilibrada. ‹Como a un período de entusiasmo le sigue un correspondiente período de depresión›.
Así, antes de que uno pueda gozar de cierto grado de placer, es necesario que haya oscilado proporcionalmente otro tanto hacia el polo del sentimiento o sensación.
El negativo en esta materia precede al positivo. Es decir, que al experimentar cierto grado de placer no seguirá que «haya que pasarlo», con un correspondiente grado de dolor. Por el contrario, el placer es la oscilación rítmica, de acuerdo a la ley de la compensación, originada por un grado de dolor experimentado previamente, bien en la vida actual o en encarnaciones anteriores.
La oscilación rítmica cobra sentido, al considerar la reencarnación, como una cadena de vidas continuas, como puertas de una sola vida del individuo.
Sin embargo, realizando el proceso de neutralización, se rehúye la oscilación hacia el dolor, ascendiendo al plano superior del ego, y se evitan muchas experiencias que llegan a los que habitan en planos inferiores.
La ley de compensación desempeña una parte importante en la vida de los hombres, pues uno generalmente paga el precio de lo que tiene o lo que le falta. Si se posee una cosa, falta otra, y así se equilibra la balanza.
Todo tiene un lado agradable y desagradable. Las cosas que uno obtiene siempre las compensa con las que pierde. Y así sucede con todo en la vida.
La ley de compensación está siempre obrando, equilibrando y contrabalanceando las cosas continuamente, en la sucesión del tiempo, aunque la oscilación del ritmo tarde vidas enteras.
PRACTICA
Observa el ritmo de tu respiración durante dos minutos, respirando de las siguientes formas:
- De manera natural sin modificar nada. Solo inspirando y espirando a tu ritmo normal.
- Ahora muévete durante un minuto: salta, baila, corre, etc. Luego para y céntrate en la respiración.
- Finalmente, vas a realizar respiraciones conscientes. Inspira contando hasta cuatro segundos, retén el aire 4 segundos, expúlsalo en 4 segundos y deja vacíos los pulmones 4 segundos. Haz varias series en los dos minutos.
Contempla el ritmo de las cosas: en las actividades, los trabajos, las relaciones, la naturaleza, los pensamientos, las emociones, los sentimientos, etc. Practica con todo lo que se te ocurra.
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