¿Tienes autoridad?. ¿En qué la basas?. ¿Para qué crees que te sirve?.
Tu autoridad personal es aquella que tienes sobre otras personas, debido a tus cualidades, bien sean morales, sociales o psicológicas.
Influye a la hora de relacionarte, no solo con los demás, sino también y más relevantemente contigo mismo.
Al adentrarnos en el terreno de las relaciones, lo ideal es, ponernos en el lugar de la ignorancia. Posicionarnos en el punto de partida de que no conocemos al otro. De esta forma, permitimos que la relación avance de manera natural, estimulada por la emoción y la ilusión.
No puedes crear una ilusión desde un desconocimiento. No se puede vivir una ilusión, antes de vivirla. Es un error. Es el primer fallo en una relación.
Para mantener relaciones sanas con los demás, tienes que comenzar por la relación contigo mismo.
¿Cómo te llevas contigo?. ¿Es tu «yo» perfecto?. Depende de las respuestas a estas preguntas, como serán tus relaciones con los otros (proyectando en ellos tus desencuentros), e incluso con tu pareja (haciendo que supla lo que tu no tienes).
Cuando tu estás pleno aceptas la diversidad en tus encuentros con grupos de personas y vas sumando. Además, dejan de existir dificultades con tu pareja, cuando ambos llegáis plenos a la relación.
La crítica aparece cuando no estás bien contigo mismo. Entonces solo ves las diferencias y empiezas a buscar lo que pueda suplir tus carencias.
Una buena base para una relación sana contigo mismo, depende de tu autoridad sustentada por tu confianza personal. Que a su vez, tiene su piedra angular en tus valores.
Los valores familiares, los que hemos visto en la familia, son los que nos aportan la confianza. Y es ese valor familiar más importante, el que tiene que estar operativo cien por cien en ti. Porque sino terminas entregando tu autoridad a otra persona. Creas una necesidad que proyectas a otros. Y al estar fuera de ti, no se sostiene.
En el valor no entran juicios. Nadie busca un tesoro que tiene.
«La autoridad es una facultad natural que confiere al que la posee el don de provocar el respeto. La autoridad es pues fuente natural de fuerza moral». Salvador de Madariaga.
PRACTICA
Ahora toca descubrir el valor en el que basas tu autoridad y medir su operatividad.
Sigue estos pasos:
- Piensa en el valor familiar de origen más importante. Anótalo.
- Observa si hay algún patrón en tus relaciones donde falla la confianza en ti mismo y la autoridad.
- Analiza si está activo en ti al 100% tu valor familiar.
- Haz los reajustes necesarios enfocados en ti, para recuperar la operatividad total de ese valor.
Por ejemplo:
- El valor familiar: la lealtad.
- Por falta de confianza en tu valía: Un compañero trepa, se adueña de tus logros. Por buscar que suplan tus carencias proyectas la lealtad en otra persona: La infidelidad de tu pareja.
- No lo está porque no estoy siendo leal conmigo mismo, al permitir que se pisoteen mis principios.
- Actuar de forma que piense, sienta, diga y haga, de mi lealtad un pilar firme.
Y así, recuperas tu confianza y autoridad. Afianzadas en tu valor familiar activo en su totalidad en ti.
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