Ideas, recuerdos y creencias son pensamientos en movimiento, relacionándose entre si.
¿Eres consciente de la cantidad de pensamientos que tienes en un día? Algunos los generas de forma voluntaria y te apegas a ellos, dándoles una continuidad. Otros son involuntarios; aparecen y desaparecen en la mente sin previo aviso.
Son información que retienes o dejas marchar. Un solo pensamiento tiene el poder de materializar lo pensado. Su energía se transforma en emoción, que a su vez, modifica el funcionamiento de tu bioquímica corporal, ajustándola a los parámetros que genera esa emoción.
Existen diferentes tipos de pensamiento: analítico, deductivo, creativo, inductivo, etc. Utilizas uno u otro, dependiendo de si estás tomando una decisión, realizando un cálculo mental, reflexionando un tema…
El pensamiento es la causa que produce un efecto.
¿Qué hay en tu vida que quieras cambiar? ¿Qué tipo de pensamientos tienes referentes a ese aspecto?
Los pensamientos se pueden cambiar. ¡Empieza ya!
Piensa en algo que quieres mejorar en ti, referente a tu aspecto físico, hábitos, relaciones, trabajo…
Céntrate en un solo aspecto cada vez.
Cierra los ojos y respira tres veces profundamente.
Ahora escribe en un papel a modo de título, el tema a cambiar. Haz una división en dos columnas.
Piensa cuáles son los pensamientos actuales que tienes referentes a ese tema, y anótalos en la columna de la izquierda.
En la de la derecha anota los pensamientos nuevos que los van a sustituir.
Por ejemplo: Mi hábito de fumar.
Pensamiento actual: me relaja (columna izquierda).
Pensamiento nuevo: no me ayuda (columna derecha).
Cada día lee solo la columna de la derecha y a medida que hayas integrado el pensamiento nuevo puedes tacharlo.
¡Ánimo, vas a lograrlo partiendo de un nuevo pensamiento!
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