¿Has practicado la meditación alguna vez?. ¿Conoces los beneficios que aporta?. ¿Crees en el poder sanador de esta técnica?.
Si has oído la expresión, «tras la tormenta viene la calma», llevada a la rutina diaria esta se traduce por, después de la actividad viene la quietud.
La meditación te conecta directamente con tu paz interior.
Si te cuestionas esta afirmación, es el momento de comprobar los beneficios que traerá a tu salud practicarla.
En un mundo de cambios constantes, se hace necesario buscar un espacio de retiro personal que te ofrece meditar.
Puede que pienses que parar durante un rato a centrarte en ti, es una pérdida de tiempo. Sin embargo, es todo lo contrario, estás mejorando tu salud, la memoria, la concentración, tu estabilidad emocional y estado anímico. Te ayuda a tomar una mayor conciencia personal, a relajar la tensión muscular y tu mente, reducir la presión sanguínea, y conseguir un descanso que facilita la calidad del sueño.
Y todo esto y mucho más, con solo unos minutos al día.
«Practica la meditación. Es algo fundamental. Una vez que se la disfruta, ya no se la puede abandonar, y los beneficios son inmediatos.» Dalai Lama
Merece la pena probarlo, ¿no?.
Aprovecha este tiempo que se nos está ofreciendo para intentarlo e integrarlo en tus hábitos.
Elige un lugar tranquilo y desconéctate de todo durante unos minutos. Puedes comenzar con cinco o diez, e ir ampliándolos si así lo consideras.
Siéntate en una silla con las piernas un poco separadas y los pies apoyados en el suelo, la espalda recta y las manos descansando en los muslos con las palmas hacia arriba. Busca que la postura sea cómoda.
Ahora cierra tus ojos y centra la atención en tu respiración. Solamente en cómo entra y sale el aire por tu nariz. Sin modificar nada, solo sintiendo como el aire entra y sale. Observa el ritmo, la temperatura, cualquier detalle dentro del flujo de inspirar y expirar. Respira, respira, respira…
Al principio tu mente se distraerá con pensamientos que te sacarán de allí. Es normal, y solo tendrás que volver a concentrarte en tu respiración, tantas veces como sea necesario. Con el tiempo descubrirás que cada vez te distraes menos. E incluso te resulta más fácil concentrarte estando en activo.
¡Practica y disfruta!
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