Ser conscientes de nuestro mundo emocional, para gestionarlo correctamente, se consigue mediante la observación de nuestros pensamientos, palabras y actos.
Para ello es necesario posicionarnos como un observador externo, dejando que nuestro instinto nos guíe.
Centrarnos en nuestro corazón, permitiéndonos escucharlo y confiando en él.
Observar la emoción sin juzgar, solo sintiendo, actúa como una válvula de escape, disipando la intensidad hasta desvanecerse por completo.
La tolerancia comienza en nosotros mismos, en tolerarnos en sentir las emociones sin ocultarlas, esconderlas o negarlas.
Todo está en nosotros, la tormenta y la calma. Son polos opuestos de una misma energía, con un grado de intensidad distinto.
Los relámpagos emocionales, luego dan paso a la serenidad y a la sabiduría.
«Se tolerante con los demás incluyéndote a ti mismo. Somos seres humanos aprendiendo a vivir».
Para que el centro emocional procese los sentimientos correctamente, es indispensable el conocimiento y el trabajo interior (autoconocimiento), que nos lleve al camino de acción correcto. Dicho de otra forma, aprender a mantenernos en nuestro «centro», para que el ruido externo no nos distraiga.
Mantenernos en calma, nos facilita centrar la atención y ser más eficientes.
«Convierte con tolerancia tu muro en un peldaño».
PRACTICA
Relee nuevamente el texto anterior con plena consciencia. Después acomoda tu postura en la silla con la espalda recta, los pies apoyados en el suelo y las manos descansando en tus muslos. Y cierra los ojos. Haz tres respiraciones profundas. Ahora medita sobre el concepto de observación durante unos minutos.
Para finalizar la meditación, comienza a mover los dedos de los pies y las manos, luego continúa con el resto del cuerpo lentamente y finalmente abre los ojos. Si surge, permite el bostezo y estírate.
Este ejercicio te ayuda a integrar e interiorizar la información.
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