¡Vivir! Esta es la razón de ser y el sentido de tu vida. Es simple, sencillo y natural, ¿cierto?. Tu corazón late sin que tengas que intervenir en su funcionamiento. La biología de tu cuerpo, lo hace por ti. Y si esto es así, ¿por qué con tu vida te empeñas en que sea diferente? Te enredas en esa parte de la mente que mantiene oculta la esencia de tu Ser. E incluso le das el poder de controlarlo todo. ¿A cambio de qué? Aparentar una satisfacción personal efímera, a la que sigue un período de sufrimiento que no alcanzas a entender.
¿Realmente piensas que esto es vivir?
Recuerda algún momento en tu vida en el que has disfrutado de un instante, donde la mente controladora no estaba presente. Observando un amanecer, un atardecer, un bello paisaje, etc.; o realizando una tarea que requería gran concentración. Si no, haz la prueba y experiméntalo.
¿Dirías que estabas viviendo durante ese tiempo? ¿Qué has vivido una experiencia plena y auténtica? Esto demuestra que existen dos maneras de vivir. Una de ellas apegada al control de la mente, y otra autónoma desde la esencia del Ser.
¿Con cuál de ellas deseas vivir? Tu decides.
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