¿Qué entiendes por el término género?. ¿Crees que género y sexo significa lo mismo?. ¿Con qué género te identificas?.
La Real Academia de la Lengua Española (RAE), define el término género como clase o tipo a que pertenecen personas o cosas.
Según las leyes universales, el principio de género, se manifiesta en todas las cosas, los principios masculinos y femeninos están siempre presentes en plena actividad en todos los fenómenos y en cada uno de los planos de la vida.
La palabra género deriva de la raíz latina que significa: concebir, procrear, generar, crear, producir. Lo que demuestra que género y sexo no son lo mismo, ya que este último se refiere a las distinciones físicas entre los seres machos y hembras. Siendo solamente la manifestación del género en el plano físico; el de la vida orgánica.
La función del género es crear, producir, generar, etc., y se manifiesta visiblemente en todos los planos de los fenómenos.
La fecundación de un óvulo, es un buen ejemplo para explicar como funciona este principio. El óvulo (femenino-negativo) antes de ser fecundado, es rodeado por los espermatozoides (masculino-positivo) girando entorno a él, vibrando con un elevado grado de intensidad. La influencia que este movimiento ejerce de los espermatozoides (masculino-positivo) sobre el óvulo (femenino-negativo) impulsan a estos a constituir la combinación que da como resultado la creación del óvulo fecundado.
La palabra positivo (masculino) significa algo real y fuerte en comparación con la irrealidad o debilidad del negativo (femenino). Sin embargo, en los fenómenos eléctricos, el polo negativo (femenino) de la batería es el polo, en y por el cual, se manifiesta la generación o producción de formas y energías nuevas. Nada hay de negativo en él. El polo negativo (femenino) es el principio madre de los fenómenos eléctricos y de las más sutiles formas de materia.
La energía creadora es femenina. Lo femenino busca la unión con lo masculino por el impulso natural a crear nuevas formas de materia o energía. Y cuando se unen, empiezan un determinado proceso dando como resultado, un nuevo nacimiento. De sus uniones o combinaciones surgen las diversas manifestaciones de la luz, del calor, de la electricidad, del magnetismo, de la atracción, de la repulsión, de las afinidades químicas y sus contrarios; así como otros fenómenos de índole similar. Y todo surge de la actuación del principio de género en el plano de la energía.
El principio masculino dirige la energía hacia el principio femenino, poniendo así en marcha el proceso creador. Aunque es el principio femenino el que ejerce el trabajo activo creador, en todos los planos. No obstante, ambos necesitan la energía cooperante del otro para funcionar.
Todo en el mundo orgánico manifiesta ambos géneros. Siempre está el principio masculino presente en la forma femenina. También dentro de cada hombre y cada mujer. Si somos la unión de un óvulo y un espermatozoide, tenemos hormonas femeninas y masculinas que nos otorgan energías femeninas y masculinas.
La polaridad masculina es la del movimiento, la de la acción, la de explorar e ir en busca de lo que se quiere. Es iniciativa, lógica y mente.
La polaridad femenina es la de la entrega, la receptividad, la ternura, la fecundidad, contemplación e intuición. El cuerpo (plano físico) frente al espíritu (energía creadora).
La integración de ambos polos dentro de ti, te libera de tus conflictos internos. Aunar tu parte racional (masculina) con la emocional (femenina), te equilibra sanando tus propios desencuentros en tu mundo interior.
Estos mismos principios también actúan a nivel mental, tomando aquí la denominación de mente objetiva (masculino) y subjetiva (femenino), o lo que es lo mismo, consciente y subconsciente, voluntaria e involuntaria, activa y pasiva, etc. Indicando todas las polaridades de términos una dualidad mental.
El género mental determina el principio masculino de la mente a la llamada mente objetiva, consciente, voluntaria, activa, etc. Y el principio femenino a la subjetiva, subconsciente, involuntaria, pasiva, etc.
Para descubrir esta dualidad mental, fija tu atención internamente sobre el ego que está en ti. Tu propia conciencia te da el resultado de la existencia de tu «YO». Pero ahondando en tu examen de conciencia sobre tu «yo», observarás que puede separarse en dos partes distintas o presencias que, si bien trabajan al unísono y en conjunción, pueden ser separadas por la conciencia.
Al principio te parecerá que solo existe un único «yo». Empero incidiendo en un examen más exhaustivo, te revelará la existencia de un «yo» y un «mi». Y las diferencias de este par mental en características y naturaleza, así como los fenómenos que surgen de la misma dan luz sobre el tema de la influencia mental.
El «mi» generalmente se confunde con el «yo», si no se profundiza mucho en los desvíos de la conciencia. El hombre piensa de sí mismo (en su aspecto de «mi» o «me»), como si estuviese compuesto por ciertos sentimientos, agrados, gustos y disgustos, hábitos, lazos especiales, características, etc. Todo lo cual forma parte de su personalidad, o el ser que conoce él mismo o los demás.
¿Qué piensa el hombre de sí mismo?. Sabiendo que las emociones y sentimientos cambian, que nacen y mueren, que están sujetos al principio del ritmo y el de la polaridad, cuyos principios lo llevan de un extremo a otro. Y considerando cierta que una suma de conocimientos agrupados en su mente, formen una parte de él. ¿No corresponde esto al «mi» o «me»?.
Algunos consideran su apariencia personal como parte de su «mi» y realmente la consideran parte de sí mismos. El «mi» para muchos hombres está compuesto en gran parte de la conciencia que tienen de su propio cuerpo y de sus apetencias físicas, etc. Y estando su conciencia limitada en alto grado a su naturaleza corporal, prácticamente viven allí. La conciencia de su cuerpo es tal que no pueden concebirse sin él, y les parece que su mente pertenece a su cuerpo.
Avanzando en la escala de la conciencia, adquirirás el poder de desprender de tu «mi», la idea corporal y pensarás que tu cuerpo es algo que pertenece a tu parte mental. Seguirás identificando el «mi» en tus estados mentales, sensaciones, etc., que sientes existen dentro de ti. Antes de apreciarlos como simples cosas producidas por tu mentalidad, existentes en ti, dentro de ti y proviniendo de ti, pero que no son tu mismo. Con fuerza de voluntad puedes cambiar esos estados y ser capaz de producir una sensación o estado de naturaleza completamente opuesta, y sigue existiendo el mismo «mi». Pasando con el tiempo a considerarlos del no «mi».
El «mi» se sentirá como algo mental en lo que pueden producirse: los pensamientos, ideas, emociones, sentimientos y otros estados mentales. Como una matriz mental capaz de generar mentalmente, al poseer poderes de creación y generación latentes, de todas clases. Su poder de energía creadora es enorme. Pero para producir sus creaciones mentales, tiene la conciencia de que debe recibir alguna forma de energía, bien del mismo «yo» o de algún otro «yo». Esta conciencia aporta consigo una realización de la enorme capacidad de trabajo mental y de poder creador que encierra.
Verás también que existe un algo mental, que puede generar que el «mi» obre de acuerdo con cierta línea creadora y que permanece aparte como testigo de esa creación mental. Esta parte es el «yo». Y puede reposar en su conciencia a voluntad, no como una conciencia de una capacidad de generar y crear activamente, sino de una capacidad de proyectar una energía del «yo» al «mi»; querer que la creación mental comience y proceda.
Experimentarás que el «yo» permanece aparte, atestiguando las operaciones o creaciones mentales del «mi». El «yo» representa al principio masculino del plano mental, y el «mi» al principio femenino. El «yo» representa al aspecto de Ser y el «mi» el aspecto de transformarse.
El «yo» y el «mi» dan la clave maestra para dilucidar la actuación y expresión de esas áreas de la mente. Detrás de todo el campo de los fenómenos de la influencia mental, se encuentra el principio del género mental.
¿Cómo y por qué actúa?. La tendencia del principio femenino es recibir impresiones, y la del masculino es darlas o expresarlas. Por lo que el principio femenino tiene un campo de acción más variado que el masculino. El principio femenino conduce el trabajo de generar nuevos pensamientos, conceptos, ideas, incluso la tarea de la imaginación. El masculino se complace con el acto de querer en sus varias fases, aunque sin la ayuda activa de la voluntad de este, el femenino puede conformarse con generar imágenes mentales que son el resultado de impresiones recibidas del exterior, en vez de producir creaciones mentales originales.
Las personas que presentan constante atención a un sujeto emplean activamente ambos principios mentales: el femenino , en el trabajo activo de la generación mental, y el masculino en estimular la energía a la fracción creadora de la mente. Cuando apenas hacen uso del principio masculino, se resignan a vivir de acuerdo con los pensamientos o ideas que se filtran en su «mi» y provienen del «yo» de otras mentalidades.
La telepatía, la influencia mental, sugestión, hipnotismo, etc., se determinan en la manifestación clara y definida de dos fases distintas de actividad mental. Encontrándose en la vibración y el género mental la clave de las mismas.
En la telepatía, la energía vibratoria del principio masculino se proyecta hacia el principio femenino de otra persona, y ésta última absorbe ese pensamiento y le permite desarrollarlo y madurarlo. De la misma forma sucede con la sugestión y el hipnotismo. El principio masculino de una persona da la sugestión dirigiendo una corriente de energía o poder vibratorio hacia el principio femenino de otra, y ésta, al aceptarla, la hace suya y piensa en consecuencia. Una idea así alojada en la mente de otra persona crece y se desenvuelve, y a su tiempo es considerada como una verdadera creación mental del individuo.
El proceso normal es que el principio masculino y el femenino de una persona obren coordinada y armoniosamente conjuntamente.
Aunque la realidad, es que la mayoría está dirigida por las mentes y voluntades de los demás, a quienes se permite querer y pensar por uno mismo. Esto se da porque está polarizado en su principio femenino mental, y su principio masculino, en el que reside la voluntad, está inactivo e inerte.
El hombre que domina su propia mente, mediante su voluntad, obtiene así la clase de imágenes mentales que quiere y domina, sometiendo también las mentes ajenas de la misma manera. De lo contrario, vive de las impresiones que le producen otras mentalidades.
Adolf Hitler fue capaz de implantar sus ideales políticos en la mente de las masas, obligándolas a pensar de acuerdo con sus deseos. Evitando que éstas originasen una idea propia empleando sus propios poderes y actividades mentales.
El secreto del magnetismo personal, de la fascinación, etc., y del hipnotismo, es que estas personas emplean su principio masculino para imprimir sus ideas sobre los demás. Los profesionales que utilizan este principio son: actores, oradores, políticos, predicadores o cualquier otro que atraiga la atención pública.
La sugestión es el método por el que se transfiere una idea o se imprime en la mente de otro, obligando a la segunda mentalidad a obrar concordantemente. Todo el principio sugestivo depende de la vibración y del género mental.
La energetización del principio femenino por la energía vibratoria del masculino, está de acuerdo con las leyes universales de la naturaleza.
La misma creación del universo obedece a dicha ley, y en todas las manifestaciones creadoras sobre los planos espiritual, mental y físico, siempre está operando el principio de género.
El principio realmente trabaja en la práctica, porque está basado sobre las leyes universales e inmutables de la vida.
PRACTICA
Siéntate en una postura cómoda, con los pies apoyados en el suelo y las manos descansando en los muslos. Cierra tus ojos. Concéntrate en la respiración durante unos minutos. Ahora pasa tu atención al ego que reside en ti.
Siente como paso a paso se te va revelando, desde tu posición de observador. Distingue la dualidad de tu «yo» y tu «mi«.
Avanza día a día en este proceso hasta ser consciente de como el «yo» es testigo de las creaciones mentales del «mi«.
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